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El transcurso del tiempo produce procesos de desestabilización dentro de las dispersiones: las partículas dispersas pueden sedimentarse o cremarse debido a la gravedad. Además, la tensión interfacial produce separación de fases agrupando o fusionando las partículas para minimizar su área interfacial a la fase continua circundante.
El análisis de estabilidad de dispersión utiliza la técnica de medición óptica: con dos fuentes de luz y un detector se analiza la luz transmitida y dispersada por la muestra. Las intensidades de transmisión y retrodispersión dependen directamente del número, tamaño y tipo de partículas dispersas. La intensidad de la luz cambia mientras la dispersión se desestabiliza y, por ejemplo, las partículas desaparecen del camino de la luz al sedimentar o aumentan su tamaño por agrupación. El análisis de estabilidad rastrea estos cambios midiendo reiteradamente la muestra durante la duración del experimento escaneando toda la altura de la muestra y detectando así cambios localizados.